El gobierno de Estados Unidos está considerando una significativa reducción de los aranceles impuestos a las importaciones provenientes de China, como parte de un esfuerzo por aliviar las tensiones comerciales entre ambas potencias, informó el diario The Wall Street Journal citando fuentes de la Casa Blanca.
Según el reporte, los aranceles podrían recortarse hasta situarse entre un 50% y un 65% respecto a sus niveles actuales. No obstante, la decisión final aún no ha sido adoptada por el presidente Donald Trump, quien mantiene diversas opciones sobre la mesa mientras continúan las negociaciones internas.
ESCENARIO ESCALONADO EN ANÁLISIS
Una de las alternativas que se evalúan es la implementación de un esquema progresivo de tarifas, basado en la propuesta presentada el año pasado por el comité de la Cámara de Representantes sobre China. Esta medida sugeriría aplicar aranceles del 35% a productos considerados no estratégicos y gravámenes de al menos 100% a aquellos identificados como sensibles para la seguridad nacional de EE.UU.
Dicho esquema contemplaría una aplicación gradual de los nuevos porcentajes a lo largo de un periodo de cinco años, permitiendo al gobierno ajustar su política comercial sin generar disrupciones inmediatas en sectores clave.
MERCADOS RESPONDEN CON ALZA
Las declaraciones del Presidente Trump en torno a una posible reducción de aranceles fueron bien recibidas por los mercados financieros. El índice S&P 500 experimentó un incremento del 3.3% a media mañana, alcanzando su nivel más alto en dos semanas, impulsado por el optimismo de los inversionistas ante una posible distensión con China y la aparente retirada de Trump de su amenaza de destituir al titular de la Reserva Federal.
“Si no logramos un acuerdo, lo haremos nosotros mismos”, advirtió Trump, aunque también afirmó que confía en alcanzar avances con China que deriven en aranceles “sustancialmente más bajos”.
POSICIÓN AÚN EN DEFINICIÓN
La Casa Blanca no emitió comentarios oficiales sobre el informe. Las conversaciones internas permanecen abiertas, y las decisiones finales dependerán del desarrollo de los contactos diplomáticos y del contexto económico global, especialmente ante la presión inflacionaria y las inquietudes sobre la cadena de suministro internacional.
La posible revisión de los aranceles representa un nuevo capítulo en la compleja relación bilateral entre Estados Unidos y China, marcada por años de fricciones comerciales, competencia tecnológica y diferencias geopolíticas.
