Mi ciudad favorita en el mundo es sin duda Manhattan, este lugar, en donde una vez que bajas del avión, se vuelve una real película en carne propia. Ese maravilloso escenario en donde sale vapor de las coladeras y los taxis invaden las calles, sin embargo, ese Nueva York sucio y lleno de indigentes por las calles, ha quedado atrás.
Después de Robert Giuliani como alcalde de 1994 al 2001, muchas cosas cambiaron y lo han seguido haciendo. Hoy día es no solo la ciudad de negocios y de anuncios luminosos espectaculares, sino una ciudad llena de cultura, de arte, de limpieza, de sonrisas, de gente amable, de buen servicio y de comida de todo el mundo.
Nueva York se corona como la creadora de los hot dogs que actualmente conocemos y que, quien defiende ese título es Nathan’s, de los cuales, tenemos una sucursal en San Luis Potosí dentro de la plaza The Park, así como la tradicional pizza neoyorkina, que basa su receta en una masa muy fina y delgada en porciones de tamaño colosal y la cual se vende por rebanada, teniendo como principales recetas o sabores, la pizza de queso y la de pepperoni. Nada que ver con las burbujas en la masa derivadas por la fermentación de tiempo como las que tiene la pizza napolitana, pero aun así es buena la neoyorkina.
Pequeños food trucks invaden las calles, dos son los iconos que las saturan hoy día. Por una parte, los que venden falafel y platillos de medio oriente, más quesabirrias y hamburguesas todo en un solo lugar, así como otros tantos carritos de hotdogs de Nathan’s que encuentras en todos lados.
Mi primera parada gastronómica fue en el mirador del Rockefeller Center, donde tienes la fortuna de tener un hermosos café en el mirador, con una vista de 360 grados de la ciudad. En ese lugar me tomé el primero de muchos cafés expresos en la ciudad y que, desde ese momento, se volvieron un must en el día, ya que la calidad del café que venden en esta ciudad, está al mismo nivel que puedes encontrar en Roma o en París. También, pedimos un chocolatín y un cuernito con mantequilla y chocolate caliente con malvaviscos, que estaba a la altura del lugar donde lo pedimos.
Sé que estamos en una columna gastronómica, pero también cultural, es por ello que les cuento que de ahí nos fuimos al museo imperdible de NY que para mí es el MoMa, en donde podrán admirar como su obra más representativa, la noche estrellada de Vincent Van Gogh. De ahí, y a muy pocas cuadras, encontrarás Time Square, la imagen más famosa de los carteles, con pantallas espectaculares que llenan las paredes de los edificios de esta muy conocida esquina.
Esa noche tuve la oportunidad de cenar un ramen que no me dejó para nada satisfecho, les puedo decir que el Sairi de SLP, se lo llevaba de calle, aunado a los precios que sí son muy elevados en esa hermosa ciudad de Manhattan.
Al día siguiente nos dispusimos a ir al One World, este espacio en donde hoy se yergue este nuevo edificio de oficinas que se encuentra a un costado de donde se ubicaban las dos torres gemelas y en donde hoy hay un museo y el memorial. Pero antes de subir, desayunamos, quizás, el mejor de los desayunos. Como siempre un buen lugar, atendido por latinos, mayormente mexicanos, nos topamos en la base del edificio con el Brooklyn Bread Café, un espacio en donde los bagels son lo que prevalece y las ciabattas, pero en forma de bollo, en este lugar encontrarán todas las mezclas de queso crema que puedan imaginar para rellanar sus bagels, panecillos que también tiene muchos sabores y masas diferentes.
En nuestro caso, pedimos ciabatta, yo el tradicional y muy local invento BLT, que no es más que tocino, lechuga y tomate con un poco de crema ácida y mayonesa, verdaderamente delicioso. Por su parte, mis hijos pidieron pan con nuttela y banana, y mi mujer un bagel de salmón y queso crema que estaba sorprendente. Hay rellenos de cualquier cantidad de mezclas como por ejemplo, con fresas, pepino con hinojo, jalapeño con chedar, salmón, cebollín, triples berries, huevo cocido, o combinaciones como el bagel con prosciutto de parma, provolone, sobrasada, salami, lechuga iceberg, tomate, cebolla, pimientos Cherry, aceite de oliva y vinagre de vino. Una joya al paladar. En verdad un deleite. El precio promedio de cada bagel es de 15 USD más las bebidas.
En esta ocasión los dejaré con las ganas de leer más, pues hay mucho más de este viaje. Les deseo buen provecho y nos vemos el siguiente domingo.